Muchas familias de latinos en EEUU dependen de este programa para comenzar sus vidas en ese país.
El Programa de Asistencia Nutricional Suplementaria (SNAP) es una alternativa adscrita a la asistencia federal, que ha dado la posibilidad de establecerse a muchas familias de latinos. Ya que busca apoyarlos con alimentación y recursos mínimos de salud y vivienda. Sin embargo, existen especulaciones sobre el programa que poca justicia hacen de su verdadera función.
A continuación, te enunciamos los mitos con los que podrían intentar convencerte de que SNAP es una carga para sus contribuyentes:
1. No es cierto que SNAP es un gasto innecesario. Muchos opinan que SNAP o el seguro social son cargas financieras para los contribuyentes, pero lo que no saben es que- según Moody’s Analytics-, cada dólar contribuido a SNAP genera alrededor de $1.73 dólares en actividad económica en EE.UU. Esto mejora el sistema de suministro de alimentos, empleos en la producción, y el nacimiento de más empresas alimentarias.
2. Las personas individuales también tienen derecho a participar de SNAP. Es falsa la creencia de que solo las familias pueden participar de este programa.
3. Obtener cupones de comida no te convierte en un marginado social. Si sientes que te miran mal, o serás juzgado por tus necesidades financieras o alimentarias, puedes solicitar el servicio mediante alternativas mucho más discretas, sin que tengas que acudir a la oficina local. Cuentas con opciones en línea, y mediante la vía telefónica.
También debemos tener en cuenta a las tarjetas EBT. Son más discrecionales porque cualquier persona puede acceder a estas, y hasta es posible que las recargues en un cajero automático.
4. Quienes usan SNAP son consentidos sociales. Esto mito se sustenta en la falsa creencia de que los beneficiados del programa no solo reciben cupones de alimentos, sino que abusan de este usando recursos del gobierno en la compra de lujo y comidas muy caras. En realidad, esto es imposible, porque el programa SNAP ha perfeccionado su sistema de control de modo que no permite el acceso a cenas en restaurants ni a comidas preparadas, y aunque se pueden elegir artículos que no necesariamente sean alimentos, estos son bien controlados.